martes, 1 de noviembre de 2011

No puedes venir.

A donde voy Wolfy, tu no puedes venir...
Tengo secretos ocultos que debo seguir guardándolos. Los cuales contigo estarían en peligro. 
Las miradas de los de mi alrededor me acecharían por todos los lugares, una fuerte presión haría que mi cabeza se hundiese en la fría y helada calzada. No podría sostenerme a mí mismo. Mis secretos deben seguir siendo así. Y no cambiar por el momento. Por eso no puedes venir. Las garras gélidas de aquellos que me vigilan podrían abalanzarse sobre mí. Desgarrarme y triturrarme todos mis sentimientos. Espero que lo entiendas Wolfy. No voy a poner en peligro mis secretos por ti. 
Atentamente White. 

Al terminar de leer aquella nota envuelta por los pétalos de las Prímulas, mis ojos se humedecieron, mis brazos me abrazaron, y mis palabras me hablaron. 
White... claro que te entiendo... 
Ahora, pido que me entiendas tu a mí. A mis deseos. 
Te podré ver todas las noches en la oscuridad del bosque, pues eres el único brillo que puedo ver en el cielo.
Aunque te vea todos los días en mis sueños, en mis recuerdos, no puedo compararlos con verte delante mía. Y saber que estás ahí. Que si te vas ha ir, poder sentirte hasta el último segundo. Mis días son incompletos si mis ojos no te ven aunque sea por un segundo. No son días si mis oídos no son capaces de oír tu dulce voz. Ni son días si no te siento entre mis brazos. Llevas mi libertad, si te alejas te la llevarás contigo. Te protegerá. Y seré prisionero de tu cuidado eterno. Si te acercas harás que mi propio cuerpo se encargue de esa protección. White, quiero que comprendas, que aunque sea pocos segundos los que pueda estar contigo, deseo estarlos. 

White, te entiendo. 
Pero no me pidas que no desee verte. 
Je t'aime. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario